lunes, 22 de febrero de 2010

El mate y la yerba mate

El mate y la yerba mate

Doña Elena decía que le dolía la cabeza cuando no tomaba su mate a la hora acostumbrada. Al desayuno y a las onces. Nosotros como niños que éramos, tomábamos leche con café de trigo que le daba sabor y color.

Desde luego no podía faltar la yerba mate entre los encargos a mi padre o a quien viajara esa semana al pueblo. Los almacenes la expendían directamente de la barrica y con la poruña colmada hacían los kilos. Pasados varios años le regalé a mi madre una yerba mate que había comprado en otro país y la encontró más fuerte que la nuestra. Me pregunté el porqué de eso y más tarde supe que a la yerba mate, llegada del Paraguay o de Argentina, los proveedores de aquí la suavizaban con el agregado de hojas de árboles nativos de Nahuelbuta.

El mate tiene una forma propia, la de una calabaza decorada y a veces con una guarnición metálica en los bordes. Lo que era motivo de curiosidad para nosotros era la bombilla, de plata con sus agujeros, y que siempre queríamos verla y tocarla de nuevo. Escuché que las hacían en la cárcel, como verdaderas joyas artesanales con las monedas de 1933, lo que seguramente era cierto, porque el mate siempre se ha usado entre los internos de los penales.

La conversación sería muy interesante cuando teníamos visitas y a la hora conveniente mi madre cebaría el mate y todas sorberían de la misma bombilla a medida que lo iba distribuyendo en el circulo que se formaba, de entretención colectiva por el intercambio de noticias y comentarios: del viaje de don Pedro Aguirre Cerda a Chillán, después del terremoto del 39, con tantos muertos que dicen que no hubo familia que no tuviera uno entre sus miembros o bien de lo sucedido en Concepción en los mismos días. Era un tiempo en que las noticias caminaban muy lento, sobre todo si no había electricidad y sin tener una radio de aquellas que parecían catedrales.

A algunas materas les gustaba con azúcar o tal vez el mate amargo, pero siempre aceptarían agregarle otras hierbas para introducirle un nuevo aroma, fuera una cascarita de limón, hojitas de menta o poleo, quizás de cedrón o toronjil. Para los varones se le agregaría un chorro de aguardiente – de alambre de púas como dicen en Purén - y para nosotros de leche con borraja con fines curativos.

Se consume desde tiempos inmemoriales en aquellos lugares de producción, y su uso fue generalizado en la colonia y república, mas en el siglo XX se fue reemplazando por el té o el café. En Chile es frecuente hoy en las regiones meridionales, de preferencia en la patagonia; igualmente son consumidores los países del cono sur de América y nos causa admiración como los visitantes trasandinos, en donde es bebida patria, lo traen en sus viajes veraniegos, viéndolos como se acompañan de un termo, del mate y su yerba mate.

Iván Contreras R.
Prof. Emérito, U. de C. 2010




Una muy buena Web sobre el mate y sus costumbres:
http://www.folkloreando.com.ar/el_mate.html