martes, 21 de diciembre de 2010

El siglo XIX, tiempo de progreso


Carro de tracción animal, Temuco, año 1911

Se ha estimado que los días de la colonia española alcanzaron hasta 1810, por lo que nos parece que aquel período se prolonga por sobre el siglo XIX y que su espíritu se continúa como un sustrato de las costumbres hasta el día de hoy. Es posible que sumidos en el ahora no percibamos los remanentes coloniales que se encuentran en lugares geográficos aislados o en espacios muy cercanos siendo las artes y la literatura principalmente las que los sacan a la superficie. El folklore también los hace presente.

En la enseñanza media y sus contenidos se puso mucho énfasis en el desarrollo político, de los decenios y sus presidentes, en las guerras con los países del norte y vimos poco de la vida social y cultural. Todo, más bien, situado en el valle central, siempre con el Biobio como frontera meridional, por lo que ya pasada la mitad del siglo el gobierno empieza a correr esos confines al preocuparse de lo que significa el mapa del país, de sus límites y descubrir que había territorios estratégicamente vacíos en el sur continental por lo que se optó por ocuparlos con moradores de países lejanos, organizando la colonización extranjera junto a la chilena. Alemanes, suizos y franceses llegan a las tierras habitables al lado de los ríos y lagos de ese extremo.

Asimismo el estado se percata que existen grandes extensiones ocupadas por la etnia original en la Araucanía y se tomó posesión de ellas por un proceso que se llamó de pacificación. En ese siglo XIX, ya criollo, se optó por entrar a considerarlas como entidad nacional, sobre todo cuando esas regiones eran una aspiración de propiedad para pueblos ajenos intentando establecer una extraña monarquía. Antes se recuperó Chiloé y Valdivia que siempre se habían entendido directamente con el virreinato del Perú; había que nacionalizar esos campos. En suma se formó el país geográficamente con el suelo circunscrito por la colonia española que incluía tierras allende los Andes pero que ya habían pasado al virreinato de la Plata; pues hay que saber que hubo chilenos nacidos al otro lado de la gran cordillera y el resultado fue un país extenso, largo y angosto volado sobre el mar Pacífico, por tanto de gran variedad en relieve, clima y producción.

En las últimas décadas alcanza una extensión mayor sobre el gran desierto del norte. El tendido de líneas y puentes metálicos del tren fue como una columna vertebral junto a las vías camineras para comunicar sus distancias. Es, pues, ese siglo de fuerte acción política, social y académica, porque había que ponerse al día con la cultura universal y estructurar una nación en todo sentido, sea de la industria, la minería del carbón, del salitre y el cobre, de la agricultura del trigo. El progreso viene con el vapor y la electricidad.

Así el resultado fue muy atractivo para los viajeros y los científicos europeos constreñidos por las antiguas prohibiciones y celo español. Llega a ser un siglo bien conocido y sistematizado, y para los chilenos puede ser la vida decimonónica como raíz y fuente de desarrollo de casi todas las ciencias y técnicas actuales.

Iván Contreras R. 2010



Fuente de las imágenes: Tranvías de Chile