Este año hemos tenido un invierno bastante crudo. Pero esta condición palidece ante lo relatado por una dama que vivió un par de inviernos en Coyhaique, ciudad patagónica medio Chile más al sur de Puerto Montt.
A los pocos días de llegar a la Trapananda, el rigor climático la dejó a esta señora sin zapatos, hasta que los lugareños le recomendaran el mejor calzado para la zona, Albano, una marca que ella conocía desde Concepción. Para resistir el frío, y la nieve y la escarcha que hacían las calles resbalosas, encontró así unos verdaderos acorazados con los que venció los pies helados y los resbalones.
Por lo mismo, existe en Coyhaique una verdadera industria de la leña. Unas camionetas recogen por los cerros tocones de ñirres y lengas para abastecer las leñeras locales. Como a un verdadero tesoro se les encastilla para conservarlos. ¿A Ud. no le falta un picador?, pregunta un hombrón que con su hacha recorre las calles ofreciendo sus servicios. Las estufas, muchas a combustión lenta, necesitan limpieza semanal y entonces aparece quien inquiere ¿ Necesita Ud. que le limpie el caño, señora? En cada casa no puede faltar la leña y el fuego debe mantenerse encendido día y noche.
Conocí en persona esta lejana ciudad en época benigna, no en aquéllas en que queda aislada por días al cerrarse el aeropuerto y los caminos están con metros de nieve. Para evitarse las sorpresas en el diario vivir, se construye el quincho para hacer asados en un espacio cerrado y techado. Estuve en un convite en que o nos quitaba el oxígeno el humo de la parrilla, o nos mordía el frío si abríamos la puerta; pero el asado de cordero nos pareció magnífico.
La arquitectura, sin embargo, no siempre estaba de acuerdo con las difíciles condiciones físicas del lugar, levantándose una población en que el esqueleto de madera de las casas sólo era cubierto con planchas de hojalata o fonolita. Las vestimentas deben dejar a un lado las elegancias y se ven las altas autoridades y los comunes habitantes ataviados de gruesos bototos, parkas peludas, guantes y espesas bufandas.
Se trata de otras realidades, de lugares diferentes al nuestro donde los seres humanos resisten estoicamente las lejanías e inclemencias del clima, desarrollando sus tareas con afán y haciendo Chile.
Iván Contreras R
Artista Plástico
A los pocos días de llegar a la Trapananda, el rigor climático la dejó a esta señora sin zapatos, hasta que los lugareños le recomendaran el mejor calzado para la zona, Albano, una marca que ella conocía desde Concepción. Para resistir el frío, y la nieve y la escarcha que hacían las calles resbalosas, encontró así unos verdaderos acorazados con los que venció los pies helados y los resbalones.
Por lo mismo, existe en Coyhaique una verdadera industria de la leña. Unas camionetas recogen por los cerros tocones de ñirres y lengas para abastecer las leñeras locales. Como a un verdadero tesoro se les encastilla para conservarlos. ¿A Ud. no le falta un picador?, pregunta un hombrón que con su hacha recorre las calles ofreciendo sus servicios. Las estufas, muchas a combustión lenta, necesitan limpieza semanal y entonces aparece quien inquiere ¿ Necesita Ud. que le limpie el caño, señora? En cada casa no puede faltar la leña y el fuego debe mantenerse encendido día y noche.
Conocí en persona esta lejana ciudad en época benigna, no en aquéllas en que queda aislada por días al cerrarse el aeropuerto y los caminos están con metros de nieve. Para evitarse las sorpresas en el diario vivir, se construye el quincho para hacer asados en un espacio cerrado y techado. Estuve en un convite en que o nos quitaba el oxígeno el humo de la parrilla, o nos mordía el frío si abríamos la puerta; pero el asado de cordero nos pareció magnífico.
La arquitectura, sin embargo, no siempre estaba de acuerdo con las difíciles condiciones físicas del lugar, levantándose una población en que el esqueleto de madera de las casas sólo era cubierto con planchas de hojalata o fonolita. Las vestimentas deben dejar a un lado las elegancias y se ven las altas autoridades y los comunes habitantes ataviados de gruesos bototos, parkas peludas, guantes y espesas bufandas.
Se trata de otras realidades, de lugares diferentes al nuestro donde los seres humanos resisten estoicamente las lejanías e inclemencias del clima, desarrollando sus tareas con afán y haciendo Chile.
Iván Contreras R
Artista Plástico