El efecto visual de los calendarios tiñe de colores los días de la semana; de rojos los domingos y de azules los demás. Pero además pueden los días tener sus matices y tonos particulares al colorearlos nosotros según las experiencias propias tenidas en la vida.
No está claro ni cuándo comienza ni cuándo termina la semana. Para algunos países empieza el día domingo, pero para nosotros la semana se inicia el lunes. Su primer día suele parecernos denso, pero para aspirar a una buena semana debemos iniciarla con optimismo.
La rutina semanal de la escuela de cuando yo estudié, se relacionaba con las ideas de peso, de alivio y de respiro. El peso del día lunes; el miércoles con su tarde libre era un alivio y ya el sábado era un verdadero respiro.
Los días feriados, que también están entintados de rojo, serán días perdidos para la economía, pero debemos valorar lo que se gana en el descanso; talvez pensar que estamos permutando ganancias materiales por un día de salud. El descanso también forma parte de la vida laboral. El ocio puede ser muy creador en las actividades del hombre.
La semana misma resulta ser un bloque cerrado, que se extiende a una quincena y luego se convierte en mes. En nuestra percepción los meses tienen, asimismo, sus propios colores y algunos de ellos son más relevantes que otros en la trayectoria personal.
Enero, claro y brillante, de aguas y playas. Febrero, en cambio, me parece un mes humilde, empequeñecido en sus días y hasta deprimido en sus actividades por las vacaciones generalizadas pero ya de perentorio fin. Marzo, de colores sobresaturados, mes de nuevo activo, de inicio de un trayecto que para los estudiantes se alarga hasta diciembre.
En agosto mueren los liles – dice el refrán. Es un mes crítico para la tercera edad, por eso sus representantes festejan el fin de tal fatídico mes en la plaza de Chillán.
Septiembre de exaltación de los colores patrios. El mes de diciembre, lleno de celebraciones, es un mes de colores cálidos y brillantes, pleno de respiros. Siempre he pensado que enero junto a diciembre, y no a febrero, deberían constituir los meses del período de las vacaciones.
Los meses se juntan para formar las estaciones, con sus propios colores, llegando a ser cálidos para el verano y pardo amarillos para los otoños. Grises azules para los inviernos y de verdes gloriosos en las primaveras.
Cuando han pasado las cuatro estaciones, se acabó el año.
Iván Contreras R.
No está claro ni cuándo comienza ni cuándo termina la semana. Para algunos países empieza el día domingo, pero para nosotros la semana se inicia el lunes. Su primer día suele parecernos denso, pero para aspirar a una buena semana debemos iniciarla con optimismo.
La rutina semanal de la escuela de cuando yo estudié, se relacionaba con las ideas de peso, de alivio y de respiro. El peso del día lunes; el miércoles con su tarde libre era un alivio y ya el sábado era un verdadero respiro.
Los días feriados, que también están entintados de rojo, serán días perdidos para la economía, pero debemos valorar lo que se gana en el descanso; talvez pensar que estamos permutando ganancias materiales por un día de salud. El descanso también forma parte de la vida laboral. El ocio puede ser muy creador en las actividades del hombre.
La semana misma resulta ser un bloque cerrado, que se extiende a una quincena y luego se convierte en mes. En nuestra percepción los meses tienen, asimismo, sus propios colores y algunos de ellos son más relevantes que otros en la trayectoria personal.
Enero, claro y brillante, de aguas y playas. Febrero, en cambio, me parece un mes humilde, empequeñecido en sus días y hasta deprimido en sus actividades por las vacaciones generalizadas pero ya de perentorio fin. Marzo, de colores sobresaturados, mes de nuevo activo, de inicio de un trayecto que para los estudiantes se alarga hasta diciembre.
En agosto mueren los liles – dice el refrán. Es un mes crítico para la tercera edad, por eso sus representantes festejan el fin de tal fatídico mes en la plaza de Chillán.
Septiembre de exaltación de los colores patrios. El mes de diciembre, lleno de celebraciones, es un mes de colores cálidos y brillantes, pleno de respiros. Siempre he pensado que enero junto a diciembre, y no a febrero, deberían constituir los meses del período de las vacaciones.
Los meses se juntan para formar las estaciones, con sus propios colores, llegando a ser cálidos para el verano y pardo amarillos para los otoños. Grises azules para los inviernos y de verdes gloriosos en las primaveras.
Cuando han pasado las cuatro estaciones, se acabó el año.
Iván Contreras R.