martes, 12 de mayo de 2009

El mar como tema de la pintura chilena - Iván Contreras Rodríguez


Álvaro Casanova: "Crucero O´Higgins"

A comienzos del Chile republicano llegaron a estas tierras dos artistas ingleses quienes junto con contribuir al nacimiento de nuestra pintura, iniciaron también el género del paisaje marino: Carlos Wood y más tarde Thomas Somerscales.

Wood, marino de profesión, ha de pintar aquí nuestro océano con ojos ya educados en descubrir la belleza atornasolada de cielos y aguas que en la simulada quietud del horizonte guardan movimiento y ritmo natural. Por su parte la ascendencia que sobre la pintura del mar ejerció Somerscales está magnificada al rendir culto a la veracidad de los hechos heroicos acaecidos en el Pacífico en la misma época de su permanencia americana:” El combate naval de Iquique “ repetido en varias versiones;” La escuadra chilena antes de la campaña de 1879”; “Toma del Huáscar”, en fin, toda una iconografía épica recreada en sus telas para admiración de sus coetáneos y hombres del futuro.

A Wood y Somerscales hay que agregar al pintor nacional Alvaro Casanova Centeno por fijar una tendencia, la escuela marinista que alcanzó un alto rango en el siglo XIX y XX.

Aguas, arenas y rocas; nubes y pájaros inspiraron también a Antonio Smith, Enrique Linch, Pedro Lira, Enrique Swinburn, Alfredo Helsby, Juan Francisco González, Benito Rebolledo Correa, a Pablo Burchard, muchos de ellos artistas de tierra adentro que atendieron al misterioso llamado hacia los grandes puertos o a sus incontables bahías y caletas. Algunos pintores han formado escuelas regionales, como sucedió en Puerto Montt en torno a Arturo Pacheco Altamirano que descubrió el austro para Chile, con sus goletas y velámenes. En Valparaíso con Roko Matjasic, Guillermo Grossmacht y Carlos Ludsted más el antecedente de las largas permanencias de Pedro Luna, Camilo Mori y Arturo Gordon. Imperioso es agregar entre los pintores del mar a : Marco Bontá, Sergio Montecino, Reinaldo Villaseñor, Israel Roa, Hardy Wistuba, Orlando Mellado, Albino Echeverría, y a tantos otros que han representado la atmósfera entenebrecida del sur, la luminosidad de las costas veraniegas de la zona central; la claridad y el áspero azul en el mar del norte que se apoya en los bordes de la meseta pampina.

El mar ha sido para los chilenos una realidad que está tan presente como la Cordillera de los Andes y ambos han sido testigos geográficos que le han dado un carácter al país siendo sus factores de unidad territorial. Y en este mes de mayo, el mar inmanente adquiere realce para todos los habitantes y para los artistas pintores repertorio y estímulo de expresión que ha tenido la gracia de seducirnos con su imagen y una grata obligación de ser portavoces de la sensibilidad general.

Iván Contreras R